30.11.11

Maggiolo - Alas blancas manchadas de olvido

El trabajo era difícil, pero había estado mucho tiempo esperándolo. Las coordenadas recibidas señalaban como objetivo al bosque de las almas condenadas, el lugar más difícil que le podría haber tocado a alguien novato. Mis competidores imaginaban la ardua tarea que tendría que realizar, y junto con palmadas me alentaban.

No quiero dar mucha vuelta a la situación que trascendió, así que contaré brevemente mi primera y última liberación, seguida de mi muerte.

La entrada al bosque es un tanto peculiar y tenebrosa, debido a que las almas vencedoras la utilizan como depósito de los guerreros que se atrevieron a enfrentarlas y perdieron. Los cuerpos enfermos del olvido, caminan, lloran y gritan con vehemencia, sin razón. Desconocen sus manos, y hasta su rostro al verlo reflejado en un charco de agua. Son náufragos de la realidad.

Me adentré sin nada más que mis conocimientos a la profundidad del infierno. Detrás de un sauce llorón de color blanco cubierto por la nieve divisé algo rosa, y a medida que me acercaba confirmaba que se trataba de una de ellas. Es muy difícil describirlas, ya que producen una luz ardiente, que imposibilita verlas. Sigilosamente me acerqué y la tomé por la cola, su brillo inmediatamente me produjo la ceguera y su grito me dejó sordo, mis sentidos ya no funcionaban y mi única arma era la palabra. ¿Quién eres? Responde, le pregunte elevando mi voz. Sin poder escuchar réplica, la acerqué a mi cuerpo y la abrasé con tal fuerza para que no se escape. ¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí, no entiendes que eres libre? Mi ropa se consumió por completo, mi piel ardía sin prenderse fuego. Sus movimientos por querer escapar casi me hacen caer. Con mi último aliento la pegué a mi cara y suave en el oído le dije:

- Tu familia te ama, no los defraudes. Eres libre.- Sentí como libre volaba. Ese es mi único recuerdo. Ahora espero que alguien venga por mí.

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